Dicen que una vez hubo un rey llamado Midas que deseaba convertir en oro todo lo que tocaba. Y sus deseos fueron cumplidos por el 'Todopoderoso'. Parece ser que a este Dios acudió Jorge Javier Vázquez, más conocido como J.J o, directamente, el mermelada. Quizá esta sea la clave de su éxito, el empalagamiento que envuelve a todo sus programas pero que atrae a la audiencia como abejas a la miel.
Todo lo que toca J.J, se convierte en oro. En sus inicios redactor de la revista Pronto, colaborador de varios programas del corazón, dio el salto a la fama con 'Aquí hay tomate'. Hasta cinco temporadas duró la refrescante y sangrienta salsa roja de su tomate. Siguió con 'Hormigas blancas', resúmenes de los reality shows como Gran Hermano y, al fin, el pasado año estrenaron Sálvame.
El pasado miércoles J.J recogía el Premio Ondas al mejor presentador por 'renovar con brillantez y humor el rol del presentador en un género controvertido'. Es cierto que J.J saca lo mejor de cada personajillo que lleva a su plató: Belén Esteban se ha convertido casi en una candidata a la presidencia del gobierno, la señorita Karmele es una diva, Kiko ha demostrado que no tiene ni idea de actualidad pero, en cambio, les juega las peores jugarretas (algunas pactadas) a los invitados...Sin embargo, al señor al cual le han dado un premio dirige un programa en el que, ayer, por ejemplo, invitaron a Julián Muñoz; un corrupto demostrado que campa a sus anchas con una deuda colgada a su espalda y que pagará gracias a las ayudas de Telecinco.
Es una prueba más del olvido del contexto. De premiar lo puntual y olvidar el envoltorio. Cabe preguntarse la responsabilidad y el papel de estas academias y todos estos premios y reconocimientos que se van otorgando.
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