sábado, 18 de septiembre de 2010

El grito


Durante todo un año el país calla. Sólo habla la muerte y el desconsuelo. La rabia e impotencia de las familias se disipa con nuevas escenas brutales. No da tiempo a respirar, a lamentar. Son las consecuencias de una guerra civil -encubierta en eufemismos e ineficaz- contra el narcotráfico mexicano. Un sucio negocio que aviva la economía mexicana y alimenta a muchas familias siendo su única fuente de ingresos. Miseria. Pobreza. Droga. Delincuencia. Supervivencia.

Pero hay un día que todo el país grita. Es la noche del 15 al 16 de septiembre, cuando se celebra el día de la independencia. Cada villa, cada pueblo, cada ciudad, todos gritan. Desde los más de 15 millones de habitantes que viven en Ciudad de México, hasta los que se concentran en el humilde pueblo de Dolores de Hidalgo, donde empezó todo. No importa qué gritar, sólo importa gritar. Siempre ha sido una noche de celebración, de alegría, México se independizaba de la entonces España imperialista. Sin embargo, este año 'El grito', tal y como también se conoce a esta fiesta, se podría comparar más con 'El grito' del noruego Munch. Un grito marcado por el miedo y la amenaza de un posible atentado como el que ocurrió en Morelia hace dos años, en el que por primera vez morían 8 civiles no involucrados en el narcotrafico.

El auge del conflicto y la guerra con el gobierno ha extendido la política del miedo sin proponer soluciones efectivas. Mal augurio que el miedo tenga que ser la aspirina del pueblo señor Calderón. Pero, hacia dónde tiene que mirar México. Resulta que la economía le obliga a mirar al norte, al país más rico del mundo -económicamente hablando-, donde sin embargo se pierde el norte, valga la redundancia, viendo las maquiavélicas políticas en relación al narcotráfico. Son ellos, los norteamericanos quienes se embolsan más de 350.000 $ al año dejando miles de muertes en su país vecino. Un gran negocio. Podría mirar México al otro lado del Atlántico, pero resulta que Europa está por otras cosas: deportaciones colectivas de gitanos rumanos y búlgaros en Francia o lo propio con inmigrantes libios en Italia. Sarkozy y Berlusconi esparcen su odio y no trafican, presuntamente, con droga. Lo hacen con gente.



Ante este panorama, grito en silencio mi impotencia y rabia ante unos gobernantes ineptos y corruptos; contaminados por el feroz capitalismo en donde se hacen ricos de dinero. Fíjate si son pobres, que solo tienen dinero. Mientras así sigan, les grito mi desconfianza y mi repulsa y me quedo en la calle, en la plaza, donde la gente es rica sin dinero.

Foto 1: The Rich Banquet while the Workers Fight by José Clemente Orozco
Fresco, 1923

Mensaje foto 2: El respeto del derecho ajeno es la paz