lunes, 9 de noviembre de 2009

El muro del autoritarismo


Veinte años han llovido desde que la aberración del Muro de Berlín fuera escombrada por los aires de libertad de una población dividida por el odio de unos y otros. El 9 de noviembre de 1989 quedará marcado en la historia como el día que acabaron los regímenes autoritarios en el mundo occidental.

Fin de la Guerra Fría, fin del comunismo soviético, un aparente derrotado y una pírrica victoria del capitalismo déspota del cual todo occidente se beneficia a costa de otros. Muchos ven airosamente la caída del muro como la caída de un régimen que jamás debió existir: el comunismo. Una ideología moralmente mejor en sus tesis, posiblemente utópica en la práctica debido a los deseos de poder de quienes gobiernan. La analogía entre dos sistemas opuestos pero igual de autoritarios es sencilla: no se alejan mucho las decapitaciones de reyes en el corazón de Europa de los asesinatos de zares en Prusia; ni los 6.000.000 de judíos asesinados cruelmente de las matanzas en el norte siberiano; ni las masas de población indefensa y hambrienta de la Alemania Nazi de los que están más allá de los Urales...Dos sistemas opuestos que confluyen con unos mismos resultados. Y en medio, un muro. Muro de piedra minado símbolo de lo autoritario.

La libertad acabó con la división de una ciudad, un país, pero sobre todo, de unas gentes. No es más monstruoso el Muro de Berlín que la franja de Gaza, la separación de Corea o la frontera entre México y Estados Unidos; muros que aun se mantienen en pie.

Desde entonces se mantienen vivas tres grandes sociedades socialistas: China (inmersa en una especie de aceptación capitalista), Cuba y Corea del Norte. El error no es su ideología marxista, sino que las tres son dictaduras férreas a sus ideas. En los últimos quince años, el neosocialismo sudamericano ha ido ganando espacio a la derecha, fuerte todavía con Uribe o los Kirchner. Más débiles en otros países, como en Venezuela, Ecuador o ahora en Honduras, donde se ven obligados a jugar sus sucias cartas (como siempre) con un golpe de Estado. Esto es prueba que el Muro de Berlín para nada mató al comunismo.

El capitalismo, por su parte, sigue caminando -como los burros- sólo por su camino sin mirar a los lados; un camino de tierra y pedrusco que en lugar de asfaltar, siguen avanzando con sus alpalgatas y dando puntapiés a las dificultades. Sólo así ellos se llenan los costales de oro, haciendo la vista gorda con el continente africano (puro desierto para ellos) o dejando escondida la moralidad entre el follaje de sus eufemismos. Si encuentran petróleo te hacen una guerra y si viene una crisis, cogen sus monedas y salen corriendo.

Ni el muro acabó con el comunismo, ni el capitalismo salió como vencedor. La Guerra Fría acabó con dos imperios alimentados de armas nucleares. La libertad ganó la partida al poder de unos pocos; libertad que todavía hoy manca en muchos puntos del planeta. Y puestos a elegir, me quedaré con los indefensos, discriminados, excluidos y abandonados.



No hay comentarios:

Publicar un comentario