miércoles, 22 de julio de 2009

"El 95% es fútbol. Eso es de un país subdesarrollado"

El otro día haciendo 'zapping' me encontré con esta tajante cita del cocinero vasco Karlos Arguiñano, mientras se encargaba de sus quehaceres culinarios: "El 95% de un informativo es fútbol. Eso es de un país subdesarrollado".

Ni tanto ni tan calvo, aunque sí es cierto que el fútbol, tal es su importancia en nuestra sociedad española, que lo engulle todo. Me incluyo como culpable de esta devoción futbolística, teniendo en cuenta que soy un seguidor 'culé' y que sigo con exageración el mercado de fichajes, en especial, el del FC Barcelona.

Esto no les libra de una crítica a todos los medios de comunicación que se saltan, en muchos casos, el análisis correcto de un acontecimiento a la hora de escoger la importancia de la noticia y el tiempo a dedicarle. Sólo vale fútbol y si es del Real Madrid o el FCB mucho mejor. Me recuerda a las semanas pre-elecciones, en donde, en Cataluña, la televisión pública está obligada a reservar un espacio informativo a cada partido (el tiempo según la cuota de partido), independientemente de la importancia de la noticia. Es por ello que en muchas ocasiones nos vemos obligados a ver las barbacoas que hace el señor Montilla, las 'calçotades' del señor Mas y así todos los principales cabecillas de los partidos.

En el espacio de deporte pasa algo semejante. Y, por tanto, como al equipo de natación sincronizada y, en particular, a Gemma Mengual -una de las mejores deportistas a nivel internacional que ha tenido Cataluña y España en los últimos tiempos-, se le va a reservar un espacio reducido, yo les dedico este pequeño comentario.

Hace unos minutos acaban de conseguir en los Mundiales de Natación de Roma el primer oro, tras las tres medallas de plata. Todavía optan a tres medallas más, pero no importa. Ya se puede decir por toda la trayectoria que llevan que tienen un hueco en la historia del deporte del país. Son un equipo ejemplar. Felicidades artistas!

Sin embargo, hoy en los deportes veremos como Cristiano Ronaldo enseña su tableta de chocolate o como Eto'o pide un millón de euros más al Inter.

viernes, 10 de julio de 2009

En qué sociedad vivimos...


Los vínculos familiares y el cariño que le tengo a la comunidad navarra se refleja con mi pasión que le tengo a una de las fiestas más importantes de España: San Fermín. Pese a que para muchos sea extraño, me encantan los toros y el 'encierro' y, sin embargo, estoy en contra de las formas con la que se les ejecuta, cruelmente, en las plazas de toros para disfrute de sus seguidores. No soy uno de ellos.

Como cada mañana, desde el 7 de julio y hasta el 14, me levanto para ver el encierro por televisión. Hoy lamentablemente ha fallecido un joven de 27 años, debido a una cornada en la zona del cuello. El chico era un aficionado de Alcalá de Henares que solía acudir a la capital navarra para seguir los encierros cada mañana. Y hoy, Capuchino, un toro colorado de la ganadería Jandilla, acabó con su vida.

Mi sorpresa y mi enfado llega cuando leyendo algunos comentarios por Internet, en concreto en Youtube, veo como hay indeseables que se alegran de la muerte de este muchacho, simplemente, por ser participe de una fiesta que ellos rechazan. ¿En qué sociedad vivimos? ¿Cómo se puede alegrar alguien de la muerte de un joven de 27 años que corría delante de un toro?

Mi rechazo al maltrato de los toros en la plaza es total. Siempre he dicho que deberían de soltar al toro y que el profesional fuera capaz de torearlo con toda su bravura; sin banderillas ni jinetes clavando verdaderos arpones. Es un espectáculo deplorable. Dicen que es una tradición, historia. Sí, de acuerdo, pero hay que saber marcar unos límites adecuados a los tiempos que corren.

El encierro, en cambio, reduce notablemente el sufrimiento del toro en comparación con la corrida vespertina. Por hacer una metáfora, soltar un toro por las calles adoquinadas de Pamplona es para el toro como si las personas corriéramos sobre una pista de hielo, con el riesgo evidente de caídas. Nada que ver con la matanza exhibicionista de las tardes. Es por ello que deberíamos diferenciar dichas actividades culturales. Eso sí, en todo momento me estoy refiriendo a los encierros de las fiestas de San Fermín y no, por tanto, a todas esas fiestas de pueblos en donde se sueltan vacas y toros bravos, cuyas condiciones y circunstancias desconozco.

Sea como sea, es injustificable la alegría por la muerte de este muchacho. Me gustaría pensar que no es verdad, que no saben lo que dicen. Pero lo peor es que, realmente, lo piensan.

Humildemente, descanse en paz.