viernes, 27 de febrero de 2009

"Hacer de narco encarcelado en Panamá, pues, como que no me apetece"


Del actor gallego, Luis Tosar, protagonista de Las vidas de Celia de Antonio Chavarrías, es la cita que da título a esta actualización; una cita que refleja el motivo por el cual evade algunos de los proyectos de Hollywood, pero que, además, me sirve como excusa para hablar de los tópicos "típicos", permitidme la redundancia cacofónica, sobre los mexicanos.


Como muchos países, México también tuvo su época dorada del séptimo arte. Muchos analistas la enmarcan entre los años 1939-1945, casualmente el periodo de la Segunda Guerra Mundial (momento que se redujeron sustancialmente la producción cinematográfica de los países en conflicto); y otros dicen que duró hasta finales de los años '50, periodo que experimentó un cambio en la temática de los films. En los inicios del cine mexicano se adaptaban Westerns estadounidenses. Con la revolución de 1910 y la aprobación de la actual constitución, el año 1917, se pedía una realidad nacional en la gran pantalla, una exaltación patriótica. Ya en plena época dorada, se pasó a una representación de la sociedad, con temas campiranos y rancheros. Y en el último periodo, triunfaron los musicales de Pedro Infante o Jorge Negrete, los melodramas y las comedias pintorescas del mítico 'Tin Tan' o Mario Moreno, más conocido como 'Cantinflas'.


El resultado de todo fue un estereotipo muy claro del mexicano que, incluso, ellos reconocen: el típico panzón perezoso, bigotudo, resguardado con un gran sombrero de 'Charro' y un sarape de Saltillo. Esta imagen puede compararse, ciertamente, con el catalán 'tacaño', el 'hombretón' de Bilbao o el tozudo maño; siempre con un toque de humor.


El problema está cuando cruzamos límites sorprendentes, que es lo que sucede hoy en día en Hollywood con la comunidad hispana y, en concreto, con los personajes mexicanos. Actualmente, el mexicano se encuentra estereotipado en el mundo del narcotráfico, el consumo de alcohol, la violencia, en general, y de género o sexista, en particular. Por poner un ejemplo, en la última película de Will Smith, 7 almas, a todos los ciudadanos que ayuda el protagonista, generosamente, con un órgano es, obviamente, por enfermedad; en cambio, regala a una mujer una casa para que huya con sus hijos: la madre es una mexicana que vive en la frontera y que sufre la violencia de su marido.


¿Pero realmente se pueden esquivar los tópicos? Para responder esta pregunta, me quiero referir al filósofo y historiador alemán Baumhauer que define prejuicios como "auxiliares necesarios para la vitalidad de la orientación por seguir, de las decisiones por tomar, a pesar de todos los prejuicios contra el prejuicio". Baumhauer añade: "¿Qué haría el hombre si en todas las situaciones de la vida cotidiana, en cada momento, tuviera que comenzar por hacer el análisis racional de las circunstancias, a fin de poder saber como conducirse?".


No se puede huir de los tópicos a no ser que queramos trabajar en el campo abstracto como Mondrian. Los tópicos pueden connotar mucha información adicional en la función narrativa de una obra cultural -no sólo del mundo del cine- y, por tanto, se deben de tener en cuenta. Eso sí, prefiero un mexicano alegrando la cantina con la música de José Alfredo Jiménez que no un sicario de los Zetas. ¡Que tengas suerte, Luis Tosar!

viernes, 20 de febrero de 2009

Errores de la cristianización: la expulsión de los moriscos







Azulejo referente a la rebelión morisca (Frigiliana, Málaga)

Autor: Álvaro Cruz García

Fuente: Artehistoria.

Con la llegada de los Reyes Católicos al trono, creció la -ya importante- voluntad de extender los valores cristianos entre la población española, obviamente, con la ayuda de la Iglesia, instrumentalizada en la cruel y, a la vez, "santa" Inquisición. Ya se vivió un avance de lo que sucedería el 1609: en 1492, los R.R.C.C decretan (Decreto de la Alhambra o Edicto de Granada) la expulsión de los judíos o su obligada conversión al catolicismo. Pese a las semejanzas, no tuvo nada que ver con la expulsión de los moriscos, hecho que representa el mayor exilio de población española junto con el que se produjo en la guerra civil (1936-1939) y en los años del franquismo.

Con la entrega de Granada, el último rey nazarí acordó con los Reyes Católicos unas pautas de convivencia entre musulmanes y cristianos. Fueron los mudéjares; es decir, musulmanes que convivieron en territorio español después de la reconquista. Sin embargo, tras el primer levantamiento de las Alpujarras, los mudéjares se vieron obligados a ser bautizados, puesto que se creía que habían violado el pacto mencionado. Se convirtieron en moriscos o, lo que es lo mismo, musulmanes bautizados y, por tanto, convertidos al catolicismo.

Convivieron cerca de un siglo. Pero las tendencias cambiaron. En primer lugar, se produjo una radicalización religiosa de los cristianos fruto del protestantismo holandés. Económicamente, hubo una recesión debido a la disminución de la llegada de recursos procedentes de América. Todo influyó en la discriminación social que vivieron los moriscos. Sólo faltaba la excusa. Y el detonante llegó con la segunda rebelión morisca en la Alpujarra.

Cosa curiosa es que, mientras el campesinado veía con recelo la comunidad morisca, ni los señores, ni muchos miembros de la nobleza vieron con buenos ojos la idea de la expulsión de los moriscos. Ellos -los moriscos- representaban un alto porcentaje de la población trabajadora, de la cual se beneficiaban con grandes ingresos los altos estamentos. Al fin, como sucedía antaño habitualmente, todo se solucionaba regalando unas cuantas tierras a los nobles y señores con gran poder de influencia. Así, el 9 de abril de 1609, Felipe III decreta la expulsión de los moriscos, tras las presiones del Arzobispo de Valencia, Juan de Ribera. Pese a que, incluso, algunos sectores de la Iglesia -paradójicamente- creían en la conversión a largo plazo y en la integración definitiva en la comunidad cristiana de los moriscos, no se pudo evitar un hecho que ya se veía venir, siendo un error más del proceso de cristianización en la historia de España.

Con la expulsión de los moriscos, grandes extensiones de tierra se quedaron sin explotar (sobre todo en Valencia y en la Corona de Aragón). Pero lo más importante, a nivel cultural, que es en definitiva lo que nos ocupa, la expulsión de los moriscos significa una pérdida en la pluralidad cultural; una pérdida de la riqueza intelectual de las civilizaciones norteafricanas, las cuales dejaron un gran legado en Hispania.

La expulsión de los moriscos en el siglo XVII es una consecuencia más del radicalismo ideológico. Sea cual sea la cuestión, la incomprensión de lo ajeno, la falta de respeto -valor que deberían promover las religiones- a posturas contrarias, en fin, el radicalismo no justificado en cuestiones religiosas o, en la actualidad, cuestiones como la integración de los inmigrantes o los nacionalismos es, sin duda, un impedimento en el progreso moral de la sociedad. Si analizamos algunos de los fenómenos que ocupan la agenda setting de los medios de comunicación, hoy en día, veríamos como se podrían crear muchas analogías "moriscas".

http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/06925177599158195332268/index.htm

http://www.alhaurin.com/lasalpujarras/moriscos/index.htm

http://www.artehistoria.jcyl.es/index.html

http://www.cervantesvirtual.com/historia/monarquia/felipe3.shtml