miércoles, 29 de abril de 2009

Humor y sátira política: tópicos y estereotipos españoles


"Sakamura, Corrales y los muertos rientes" de Pablo Tusset es una perfecta enciclopedia sobre los tópicos españoles, combinados con el grado perfecto de sátira política y humor, para conseguir un libro para no parar de reír. 

En clase estuvimos viendo los tópicos, estereotipos y arquetipos. La obra de Tusset se aprovecha de todas estas construcciones mentales o imágenes que cada uno tenemos para disfrutar de ellas, a la vez, que consigue cierta crítica política. 

¿Quién no conoce los tópicos españoles? Si los catalanes somos unos 'agarraos', los madrileños son un tanto chulescos, los de Bilbao unos 'machotes' y los 'maños' un tanto tozudos, los andaluces unos vagos que están siempre de fiesta y los gallegos unos 'pueblerinos'. Estos son algunos de los crueles tópicos nacionales. Pero no olvidemos los estereotipos. Si nos preguntamos por la imagen que nos hacemos sobre un catalán, seguro que imaginamos a un señor con una barretina, bebiendo en un 'porró' o bailando una sardana o hablando un tanto extraño. Polacos nos dicen en Madrid. Y así, podríamos seguir región por región.

Lo bueno es que a todos nos gusta reírnos de esto. Y así debe ser. Las cosas con humor sientan mejor. Y el libro de Tusset es un ejemplo de ello. Reconozco que no es el estilo de libro que suelo leer, pero también, reconozco que, de vez en cuando, entra un libro fresco y alegre como éste.

martes, 28 de abril de 2009

¡Qué arte!


Si
Lorca o Neruda levantaran la cabeza, la volvían a tumbar después de mi Haiku. Como pueden leer en el link, el haiku es una forma literaria japonesa de poema corto. Su intención, captar el instante. Y es que la belleza se encuentra en lo pequeño e insignificante.

En el haiku anterior he querido aprovechar el canto del ruiseñor como instante que representa el tópico de la alegría primaveral. Todos conocemos el dicho: La primavera, la sangre altera. El cuerpo se revoluciona a la explosión de belleza que nos ofrece la naturaleza. El sol devuelve la luz y el ambiente cálido; los animales salen de sus cobijos, para olvidar el frío invierno; los campos ofrecen las mejores vistas -campos verdes llenos de vida que se confunden con los colores tropicales y exóticos de sus flores abiertas-; y el sentido de la vista se pone de acuerdo con el olfato y la audición para descubrir las mejores sensaciones, sin olvidar el canto del ruiseñor

Para que disfrutéis de una buena poesía y os quitéis el mal sabor de boca, tras mi haiku, acabo con 'Poema a un ruiseñor' de José de Espronceda:

Canta en la noche, canta en la mañana,
ruiseñor, en el bosque tus amores;
canta, que llorará cuando tú llores
el alba perlas en la flor temprana.

Teñido el cielo de amaranta y grana,
la brisa de la tarde entre las flores
suspirará también a los rigores
de tu amor triste y tu esperanza vana.

Y en la noche serena, al puro rayo
de la callada luna, tus cantares
los ecos sonarán del bosque umbrío.

Y vertiendo dulcísimo desmayo,
cual bálsamo suave en mis pesares,
endulzará tu acento el labio mío.

lunes, 27 de abril de 2009

Haiku del ruiseñor

Ya canta el ruiseñor,
por primavera
alegra el corazón.


jueves, 23 de abril de 2009

Mantener la magia de lo simbólico


Hace mucho el discípulo le preguntó al maestro:

- Maestro, ¿qué hemos de tomar como referencia en nuestro caminar?

- El horizonte.

- Pero, maestro, nunca llegaremos a él.

-Así es.


Santiago Tejedor, www.tuaventura.org

¿Qué es el horizonte? Si damos una simple definición taxonómica podríamos decir que es el límite visual de la superficie de la tierra, donde parece juntarse el cielo y la tierra (RAE). Una definición más especializada nos diría que el horizonte es el círculo cortado sobre la esfera celeste por el plano tangente a la Tierra, situado en un lugar donde se encuentre el observador (FOED). Utilizando este tipo de denominaciones, el horizonte se convierte en una simple realidad, una línea sin más, observable, pero con un sentido ínfimo si le añadimos todo el valor añadido de la magia, el simbolismo y el sentido figurado.

Hace mucho tiempo que me gusta recorrer de vez en cuando, o bien a pie o bien en bicicleta o ya en coche, los cinco quilómetros que separan mi piso de la playa de El Prat de Llobregat. Al principio, me sentaba y disfrutaba del mar. Disfrutaba de su fuerza golpeante o de su humildad acariciadora. Disfrutaba del sonido, de sus rugidos o de su silencio. Así, me relajaba sin más, me aislaba por unos instantes del 'mundo real', de mi vida cotidiana. 

Un día, sin necesidad de saber cuando, me percaté de la línea del horizonte. Intenté darle todos los significados que me despertaba esa línea sin más perdida en la lejanía. ¿Qué es el horizonte? Igual que separa la tierra del cielo, el horizonte me sugirió ser la línea que separa el mundo real del otro mundo mágico fruto de nuestra mente y de la belleza astral. El horizonte es la meta; lo deseado. A la vez, el horizonte es lo inalcanzable. Las interpretaciones pueden ser infinitas como La Gioconda. Y esa es su belleza; belleza exaltada a la mayor expresión en su combinación con la luz del sol. El horizonte es la línea que nos da la luz del día y el que la quita para dejarnos a oscuras con la luna. El horizonte...Una línea sin más que, pese a inalcanzable, siempre está.

miércoles, 8 de abril de 2009

Otium: la inactividad también es progreso

Don Quijote se aburre de la ociosidad de su vida en el castillo de los duques y decide visitar a Sancho.Ya conocemos a nuestro gran aventurero, y el estar siempre bien comido, bien bebido y sin nada que hacer ni donde demostrar su valor y su astucia le aburre. El ocio, como todo, se debe saber utilizar. Está muy bien no tener que trabajar o ir al colegio, pero podemos hacer muchas cosas divertidas y agradables. Muchos confunden el ocio con la pereza,cuando el ocio nos permite hacer lo que nos gusta.


Parece que se haya puesto de moda en los últimos años todo lo relacionado con el entretenimiento, el ocio, la diversión: los géneros de los medios de comunicación tienen como denominador común el entretenimiento, el turismo y la movilidad se ha extendido a todas las capas sociales y diversificado en infinitas posibilidades y, sin ir más lejos, todos tenemos ganas de acabar de trabajar para estirarnos en el sofá o ir a tomar un café con los amigos porque consideramos que nuestro bienestar depende del tiempo libre que le dediquemos al ocio.


Sin embargo, el ocio existe desde las primeras civilizaciones y desde las primeras tribus nómadas. Ya en tiempos prehistóricos se reunían alrededor de la hoguera y se contaban las 'batallitas' del día a día. En todas las antiguas civilizaciones, el ocio lo disfrutaban plenamente unos pocos mientras el resto vivía anclado en su esclavitud y desde la revolución industrial el ocio se ha ido extendiendo entre las capas sociales y aumentando en número de horas en detrimento de las horas laborales.
Pese a las diferencias entre épocas, el ocio siempre ha significado progreso. Aparente contradicción con la definición etimológica: ocio viene del latín, otium, y significa inactividad; en cambio, personalmente, creo que el ocio es la inactividad más provechosa.


La sociedad ha avanzado, sin duda, gracias a aquellos que han tenido tiempo libre, ocio. Platón, gran filósofo griego, aristócrata, de familia extremadamente noble, no tenía otra cosa que hacer que pensar. El genio del renacimiento, Leonardo da Vinci, hijo de Ser Piero, notario florentino o, para acabar, Charles Louis de Secondat, Señor de la Brède y Barón de Montesquieu, fue uno de los precursores de la Ilustración.


En los inicios de la revolución industrial, se trabaja más de 12 horas, lo que impedía a la clase proletaria disponer de tiempo libre. Con el paso de los años se ha ido reduciendo con consecuencias muy positivas para el desarrollo de nuestras sociedades ya que, simplemente, tener tiempo libre supone un consumismo que favorece el desarrollo económico (además una jornada más reducida, paradójicamente, aumenta la productividad). En lugar de seguir con esta tendencia, la UE ha acordado ampliar a 65 horas semanales la jornada laboral. En tiempos de crisis, si quieren que consumamos, no sólo necesitamos dinero, sino también el tiempo para gastarlo.